El sistema eléctrico argentino tambalea bajo la presión del verano y las altas temperaturas. Ante un consumo histórico de energía registrado el jueves pasado, el Gobierno se vió obligado a recurrir a la importación de electricidad desde Brasil, Bolivia y Paraguay para satisfacer la creciente demanda. La situación deja al descubierto las fragilidades de un sistema energético que no logra responder a las necesidades del país.
Este lunes, los indicadores energéticos alcanzaron cifras alarmantes: el consumo trepó a 24.500 megavatios hora (MVh), con una potencia disponible de 29.000 MVh. Sin embargo, lo más preocupante es la cantidad de energía importada. Mientras que Bolivia y Paraguay realizaron aportes menores, Brasil suministró más de 1.760 MVh, consolidándose como el principal proveedor externo. Esta dependencia no solo pone en jaque la estabilidad del sistema eléctrico local, sino que también aumenta los costos, dado que la energía importada suele ser significativamente más cara.
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El salvavidas brasileño
La ola de calor que azota al país ha llevado al límite la capacidad del sistema eléctrico argentino. Desde la Secretaría de Energía, se destacó la importancia de las importaciones de electricidad para mantener el servicio. “La mejora de la situación hídrica en Brasil gracias a las lluvias permitió aumentar su producción hidroeléctrica, lo que nos ha ayudado a cubrir la demanda”, señaló un vocero oficial.
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Mientras tanto, Buenos Aires, principal centro de consumo, no generó energía adicional. En su lugar, la electricidad provino de las represas de Comahue y Salto Grande, que han comenzado a recuperarse tras meses de sequía. No obstante, las previsiones de Cammesa advierten sobre un aumento de la demanda hasta el 16 de enero, con temperaturas que podrían superar los 40 grados, lo que podría derivar en cortes de energía inevitables si la importación no es suficiente.
Contradicciones presidenciales
El recurso a Brasil para solucionar la crisis energética pone en evidencia una contradicción en el discurso del presidente Javier Milei. Durante su campaña, el mandatario aseguró que no haría negocios con “comunistas”, refiriéndose al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y al mandatario chino Xi Jinping. “Yo no hago transacciones con comunistas. No negocio mi moral a cambio de dinero”, declaró en aquel momento. Sin embargo, esta afirmación contrasta con los acuerdos recientes.
En noviembre pasado, el ministro de Economía, Luis Caputo, firmó un memorándum con su par brasileño, Alexandre Silveira, para exportar gas desde Vaca Muerta a través del Gasoducto Norte, revertido durante la gestión anterior. Este acuerdo representa un paso significativo en la cooperación energética entre ambos países. “Brasil obtiene gas más barato”, celebró Silveira en redes sociales.
Relaciones internacionales en la mira
La postura del Gobierno también se ha flexibilizado en otros frentes. En el marco del G20 en Río de Janeiro, Milei mantuvo un encuentro bilateral con Xi Jinping, a quien también había descalificado durante la campaña. Este acercamiento fue ampliamente difundido en las redes oficiales del mandatario, quien se mostró sonriente junto al líder chino.
Además, el intercambio comercial con Brasil muestra signos de mejora. En septiembre, las exportaciones energéticas crecieron un 33,5% interanual, generando ingresos de 776 millones de dólares. En lo que va de 2024, las exportaciones a Brasil alcanzaron los 797 millones de dólares, y el nuevo acuerdo podría revertir el saldo comercial negativo actual, estimado en -151 millones de dólares.
La crisis energética y los acuerdos internacionales evidencian no sólo las tensiones del sistema eléctrico argentino, sino también las contradicciones de un gobierno que, ante la realidad, parece estar dejando de lado su retórica ideológica.
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