Estudiantes llegó necesitado a La Plata. En su regreso al estadio Ciudad de La Plata, después de varios meses jugando en Quilmes, dos derrotas en el inicio del año y siete partidos sin ganar, se sacó una racha adversa de encima y volvió a sumar de a tres.
La previa del encuentro ante Patronato fue muy difícil para el León. Golpeado por las derrotas y el largo tiempo sin triunfos, Leandro Benítez pidió carácter y puso tiempo a su ciclo si eso no sucedía. Pero los jugadores, como habían anunciado en la semana, lo respaldaron dentro de la cancha.
Con un cambio de esquema, con el regreso del 4-4-2, Leandro Benítez buscó un equipo más corto, ordenado y que juegue simple para no empiojar aún más un presente que apremiaba y mucho. Así encontró buenos minutos de sus dirigidos pero terminó sufriendo y estuvo a riesgo de quedarse con poco nuevamente.
Estudiantes fue de mayor a menor. Con problemas en el armado de un equipo que sufre en varios sectores, que no contó con Erquiaga, Pellegrini y Gómez por lesiones, encontró pocos minutos de buen juego y el gol otra vez de pelota detenida. Tuvo la posibilidad de ampliar la diferencia con el penal de Nahuel Estévez pero Bértoli le negó la tranquilidad.
Con una merma física, con un rival que se animó en el complemento, pese a tener un hombre menos, el León padeció 45 minutos y terminó pidiendo la hora, sin tener la pelota y agradeciendo que los jugadores rivales erraron las situaciones grandes.
Con Rodrigo Braña como figura, con el gol de Jonatan Schunke, en el regreso a la ciudad y con el retorno del Brujo a la cancha, Estudiantes se reencontró con la victoria, con tranquilidad y Leandro Benítez nuevamente con aire. Solo ganó y es bastante por como llegaba pero pensando en lo que viene, debe mejor y mucho.
