La derrota contra Unión, por la forma, por el desarrollo, por ese puñal agónico, pegó duro. Incluso, hasta puso en crisis el ciclo de Marcelo Méndez, que tan bien había arrancado. Ante Huracán, Gimnasia salió obligado a levantar cabeza pero logró sumar tan solo un punto.
Duelo de necesitados en el Ducó. Uno, para no perder pisada y seguir luchando en lo más alto. Otro, porque llegó sin ganar en los últimos siete partidos, incluida la eliminación en Copa Argentina, y la crisis se hace cada vez más grande.
Un duelo que comenzó apagado, con muchas imprecisiones y con pocas llegadas a los arcos. De hecho, los primeros 45 minutos finalizaron con un solo disparo efectivo, el de Briasco ni bien comenzado en encuentro.
De todas maneras, ante ese contexto y a pesar de que el local tuvo un poco más la pelota, el Lobo mostró cierta reacción respecto al partido contra Unión y tuvo buenas intenciones con al trato de la pelota. De Blasis fue el pilar de un equipo al que le costó ser profundo, pero que cuando intentó salir jugando desde el fondo y mover la pelota en el medio lo logró.
Ya en el complemento, Huracán se plantó en el campo de juego y tomó las riendas del partido. A Gimnasia se le hizo cuesta arriba, pero con el correr de los minutos y los cambios, logró equilibrar el encuentro y comenzó a generar peligro.
Ninguna jugada terminó de incomodar las defensas. Ledesma comenzó a emerger como una de las figuras del partido y Gimnasia cerró un nuevo partido con sabor a poco.
Es cierto que no ve tan mal el empate, teniendo en cuenta el rival y la condición, pero no logra romper la racha de partidos sin victorias, que ahora subió a ocho. El aspecto a favor, en el que puede descansar Méndez, es que el equipo no pasó momentos de zozobra defensivamente y mostró una actitud renovada en la que deberá hacer mayor hincapié para sostenerla en el tiempo.
