Afortunadamente no sucedió en Argentina para no tener que soportar un editorial de Morales Solá, una indignación de Jonatan Viale o un comentario despotricando de algun miembro de la familia Leuco. Ocurrió en New Jersey, plena área de la encumbrada costa Este de los Estados Unidos en la que la seguridad fue burlada tres veces en 35 minutos en los que Lionel Messi ocupó su puesto dentro del verde césped, tras haber comenzado el partido en el banco de suplentes.
Fueron todos momentos tensos en donde uno no sabía si se acercaban para atacarlo a puñaladas como le sucedió a la ascendente tenista Mónica Seles alguna vez, o para pedirle la camiseta, un autógrafo, o sacarse una selfie con él.
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Lo real es que la seguridad del estadio de la región pegada a New York en el estado contiguo, fue un bochorno, porque si bien consiguieron atrapar a los intrusos, lo hicieron demasiado tarde y de un modo poco seguro para la propia integridad física del mismo 10 argentino.
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Ningún comentarista resaltó, al menos por TV, esta horrenda anomalía de un país que en materia de seguridad interior deja bastante que desear, a juzgar por los miles de atentados al año que registra dentro de sus fronteras.
EL MOMENTO INSÓLITO
Uno de los “colados” al campo, el segundo de los 3, iba directamente decidido a que Lionel Messi le firme la espalda.
No sólo llegó bastante antes que la custodia sino que sacó un marcador para darle al ídolo, que ante el asombro de la multitud inició el proceso de firmado, para lo cual ya parece responder en modo automático, no importándole la circunstancia ni el momento en que se lo pidan.
La amabilidad de Messi puede notarse en cada gesto sin ni siquiera un esbozo de cansancio, hartazgo o resignación. Su actitud siempre da la imagen de ser positiva y con “la mejor onda” hacia sus incontables fans.
Lo real es que a diferencia de lo que se podría pensar, quienes acceden de manera irregular a interrumpir un partido ingresando a la cancha de manera subrepticia, no son detenidos ni arrestados por las autoridades, sino que se los libera de inmediato, inclusive en el supuestamente estricto país del norte de América.
A diferencia del fútbol europeo aquí se mostró profusamente en televisión a los frenéticos irrumpidores a la cancha, hecho que está prohibido en el viejo continente para evitar el ‘efecto imitación‘ de otros potenciales entrometidos.
La falta de puniciôn y castigo por ingresar en medio de la disputa futbolística puede deducirse de un video casero aparecido en las redes pocos minutos después de finalizado el match.
Un argentino reconoce al intruso número 2 a la salida del estadio (el primero de ropa roja fue tacleado violentamente antes de alcanzar a Messi, y el tercero, de remera de Argentina, tampoco llegó a su objetivo). Al verlo le pide poder enfocar la firma de Lionel Messi, o al menos lo que la seguridad llegó a permitir hasta derribar al “espontáneo“.
Lo gracioso (dentro de la grave irregularidad) fue que apenas quedó un trazo vertical del ídolo argentino impreso en su espalda, que en nada puede permitir determinar que se trata de su firma, aunque al joven parece poco importarle, al exhibir orgulloso su “palo de la M” del mejor jugador del mundo, alojado ahora en su retaguardia.
Uno de los intrusos, luego de burlar a la seguridad del estadio en New Jersey consiguió que Lionel Messi comenzará su firma en la espalda y la lució luego con orgullo
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