Las empresas del transporte público de colectivos que circulan por el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se encuentran en una encrucijada. A principios de año, con el exponencial aumento de tarifas pensaban que iban a mejorar su situación financiera. Terminado el primer semestre de 2024 el balance muestra otra cosa.
Sucede que, frente a la suba del boleto, el público dejó de movilizarse en colectivos y eso impacta en los ingresos de las líneas. Según un estudio hecho por la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (AAETA), la cantidad de pasajeros transportados del primer semestre del año cerró en 1.300 millones.
Ese número implica una caída del 7 por ciento respecto del mismo periodo del año pasado. Desde la AAETA explicaron que es “una cifra muy parecida al primer semestre de 2022, cuando aún había ciertas restricciones por el Covid-19“. Sacando el trienio 2020-2022 (por la pandemia) el primer semestre de 2022 fue el de menor cantidad de pasajeros transportados por el sistema de colectivos del AMBA.
Otro informe de la AAETA, también publicado ayer, muestra que el derrumbe de la actividad se corrobora también en el subte de la Ciudad de Buenos Aires. Solo en junio, la cantidad de personas que usaron este medio de transporte público cayó un 23 por ciento. “Aunque en menor medida, tambien se verifica una caída en los boletos vendidos en las 31 lineas de colectivos”, completaron.
A estas estadísticas hay otros factores que hacen del primer semestre de 2024 un periodo difícil. Uno es el conflicto con los choferes de la Unión Tranvarios Automotor (UTA) que se repitió casi todos los meses y generó numerosos paros. El otro es el Gobierno Nacional que mantiene al sector en vilo frente a anuncios que no se ponen en marcha.
Por ejemplo, desde fines del año pasado vienen diciendo que cambiarán el esquema de subsidios para que lo reciban los pasajeros directamente en vez de las empresas. Al día de hoy todavía no tienen precisiones sobre esas modificaciones ni sobre qué va a pasar con la tarjeta SUBE, entre otros temas.
En este panorama, el servicio no puede más que resentirse y ya hay algunos indicios que lo demuestran. La AAETA habló de “una flota más vieja y deterioriada” que va perdiendo capacidad para sostener las frecuencias. De hecho, según sus cálculos, el 29 por ciento de los coches que circulan tienen al menos 10 años, es decir, que ya deberían salir de circulación. Pero, ante la imposibilidad de reemplazarlos, se estira su vida útil.



