Uno de los debates que más se ha instalado en el mundo del fútbol argentino durante la última década tiene que ver con si hubo una real influencia tanto de Julio Grondona cuando ascendió Arsenal a Primera y si esto se repitió con la gestión de Claudio Tapia en el turno de Barracas Central dentro de la élite.
Quién se encargó de meterse en esos menesteres fue el reconodio periodista Alejandro Fabbri que, desde su programa FabbrIStream, presentó una investigación monuciosa basada en la cantidad de tarjetas (amarillas y rojas) que recibieron ambos equipos en sus primeros tres años en lo más alto del fútbol argentino.
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Sabidas son las cantidades de denuncias que han llovido sobre ambos equipos y tan sabido como esto es el hecho de que casi en su totalidad han caído en sacos vacíos. De hecho, aún por estos días es que los “favores” siguen apareciendo a pesar de la presencia del VAR y en el último fin de semana un jugador de Platense aceptó tener miedo a hablar de los árbitrajes por temor a represalias.
En el informe, Alejandro Fabbri, repasó todas las tarjetas rojas y amarillas que recibieron cada uno de los equipos de Primera División en los primeros tres años de Arsenal en Primera bajo la conducción de Grondona en AFA y los primeros tres años de Barracas Central bajo la conducción de Claudio Tapia en calle Viamonte.
Los resultados son elocuentes y arrojan datos que impresionan y averguenzan por igual. En lo que refiere a las amarillas aquel Arsenal (que supo ser campeón de la Copa Argentina y de la Copa Sudamericana) estaba último en la tabla con 51 tarjetas a 49 de las 100 de San Lorenzo mientras que en la tabla de rojas también apareció último con siete lejos delas 33 de Lanús.
Fabbri hizo una misma búsqueda con el Guapo y tampoco hubo sorpresas: último en la tabla de amarillas con 131 (Boca lideró con 229) y entre los últimos 6 con 12 (cuatro más que Central y bastantes menos que las 31 de Lanús) sin embargo acá aparece un dato: de esas 12 rojas, 6 fueron del minuto 88 en adelante. Datos, no opinión dijo Fabbri que cerró con una frase del tango “Demasiado Tarde” de Agustín Delamónica: “todo está igual, nada ha cambiado”
